Rey Yacolca, reflexiona sobre la tragedia ocurrida en el CC Real Plaza de Trujillo, profundo y sentido análisis sobre el fondo que ha tocado el país debido a la corrupción institucionalizada. Imagen generada por IA (Image Generator – ChatGPT) nos muestra una cruda realidad del desplome de los valores democráticos y de justicia ante la corrupción en el Perú
Lima, Perú, 27 de febrero de 2025.— El pasado viernes 21 de febrero de 2025, a las 8:40 p.m., el techo del patio de comidas del centro comercial Real Plaza Trujillo colapsó de forma repentina, sepultando a decenas de personas que solo buscaban un espacio de descanso en medio de la vorágine cotidiana. Ocho muertos. Más de 80 heridos. Familias destrozadas. Lágrimas que no reparan nada. Un accidente, dirán. Pero no. Esto no fue un accidente. Fue el resultado predecible de un sistema podrido, de una maquinaria que lleva siglos cobrando víctimas mientras empresarios y políticos se reparten el botín.
En el Perú, la corrupción no es un problema, es una tradición. Viene desde el virreinato, cuando los encomenderos de la corona española desviaban oro y plata para su beneficio personal. Viene desde la República, cuando en el siglo XIX las riquezas del guano fueron saqueadas por una élite que prefirió llenar sus bolsillos antes que invertir en educación, salud o infraestructura. No es coincidencia que en este país las grandes oportunidades históricas hayan terminado en ruina.
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Lo que la naturaleza nos dio, la corrupción nos lo quitó
En el siglo XX, la corrupción se refinó, se modernizó. Dictadores como Augusto B. Leguía la convirtieron en un arte, mientras presidentes «democráticos» como Alan García —hicieron de ella un espectáculo— Las coimas, las licitaciones amañadas, los contratos públicos inflados: todo disfrazado de progreso, todo vendido como desarrollo. Pero el desarrollo real nunca llegó. Solo llegó más desigualdad, más precariedad, más techos que caen y más vidas que se pierden inútilmente.
En el siglo XXI, con la llegada de empresas extranjeras como Odebrecht, la corrupción ya no fue un problema peruano, sino latinoamericano. Presidentes de Brasil, Argentina, Ecuador, México y Colombia cayeron en sus redes. La clase política quedó desnuda: no había diferencias ideológicas cuando se trataba de robar.
Todos, izquierda y derecha, sucumbieron al mismo acto totalmente criminal —como ya lo hemos comprobado trágicamente una vez más el pasado viernes 21 de febrero- En el Perú, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pero Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra fueron señalados. Alan García, acorralado, prefirió la pistola antes que el juicio.
Alberto Fujimori, condenado, sigue siendo símbolo de una época donde el gobierno se manejaba como una mafia. Y a pesar de su reciente fallecimiento, su semilla sigue viva en un partido que, representado por sus congresistas, hizo de todo para cobijar la reapertura de este centro comercial Real Plaza de Trujillo que hoy lamentamos trágicamente.
Y mientras tanto, el pueblo sigue bajo los escombros. No solo los del Real Plaza Trujillo, sino los escombros de un país que se cae a pedazos. La corrupción nos ha costado más que dinero: nos ha costado vidas. Vidas en hospitales sin medicinas, vidas en carreteras mal construidas, vidas en incendios evitables, vidas bajo un techo que nunca debió desplomarse.
Porque aquí la muerte tiene precio y se negocia en oficinas con aire acondicionado. El empresario que ahorra costos en materiales recibe su bonificación a fin de año. El funcionario que ignora las inspecciones recibe su sobre manila por debajo de la mesa. Y el ciudadano, el que paga impuestos, el que solo quiere vivir tranquilo, recibe el castigo: un techo que se cae, una calle que se hunde, un país que nunca aprende.
Pero la historia nos ha demostrado que la corrupción solo sobrevive mientras la toleramos. En cada país donde la impunidad ha sido la norma, han existido momentos de quiebre. La pregunta es si nosotros estamos listos para el nuestro. ¿Hasta cuándo seguiremos recogiendo cadáveres mientras los culpables firman contratos nuevos? ¿Hasta cuándo seguiremos creyendo que la corrupción es parte del paisaje y no una plaga que podemos erradicar?
El techo cayó. Y con él, la ilusión de que aquí algo funciona bien. Pero la pregunta más urgente no es por qué cayó este techo, sino cuántos más están a punto de desplomarse. Porque mientras la corrupción sea la norma, la tragedia será solo cuestión de tiempo.
Pero volvamos al trágico colapso del techo en el centro comercial Real Plaza Trujillo el 21 de febrero de 2025, y miremos un poco en retrospectiva que voluntades políticas y empresariales contribuyeron con su corruptela y codicia a la tragedia.
Real Plaza Trujillo: fallas en la construcción y supervisión
Desde su inauguración en 2007, el Real Plaza Trujillo ha experimentado diversas ampliaciones y remodelaciones. Una de las más significativas fue la del patio de comidas en 2015, cuya construcción estuvo a cargo de BGS Ingenieros y fue supervisada por la empresa Schmidt y Chávez-Tafur Ingenieros S.R.L. (SCTH) .
Expertos han señalado que el colapso podría deberse a un diseño estructural deficiente y al uso de materiales de calidad inferior a los previstos desde el diseño, lo que indica serias irregularidades en el proceso constructivo.
El decano del Colegio de Arquitectos de Lima, Jorge Ruiz de Somocurcio, enfatizó que este tipo de incidentes revela fallas graves en la supervisión y ejecución de obras de gran envergadura.
Lo cierto es que, en el 2018, se modificó el reglamento de Inspecciones Técnicas de Seguridad en Edificaciones (ITSE), limitando la capacidad de las municipalidades para realizar inspecciones exhaustivas y reduciéndolas a procedimientos oculares.
Esta flexibilización normativa debilitó los mecanismos de control y permitió que edificaciones con deficiencias estructurales continuaran operando sin las debidas correcciones. Además, en octubre de 2023, y “muy oportunamente” se promulgó la Ley 31914, por nuestra actual presidenta, la señora Dina Boluarte, que restringe la clausura total de establecimientos comerciales, permitiendo solo el cierre del área específica que representa un riesgo y por un máximo de 48 horas.
Esta legislación fue impulsada por el fallecido congresista fujimorista Hernando Guerra García y aunque hubo un pedido de reconsideración para que el dictamen retorne a la Comisión de Constitución, finalmente fue respaldada por las bancadas de Fuerza Popular, Renovación Popular, Alianza Para el Progreso, Podemos Perú, Avanza País, Bloque Magisterial y Somos Perú.
La norma se aprobó el 5 de octubre de 2023 con 86 votos a favor, 22 en contra y 9 abstenciones y respaldada por gremios empresariales, lo que generó críticas por priorizar intereses económicos sobre la seguridad pública.
También cabe señalar que, en diciembre de 2023, el entonces alcalde de Trujillo, Arturo Fernández, ordenó la clausura del Real Plaza Trujillo debido a deficiencias estructurales e irregularidades en las instalaciones eléctricas, considerando que lo adecuado hubiera sido su demolición.
Sin embargo, ante presiones de políticos coludidos y gremios empresariales corto placistas, el centro comercial reabrió sus puertas en enero de 2024, tras emitir un comunicado asegurando que sus instalaciones estaban en «perfecto estado«.
Esta reapertura, pese a las advertencias técnicas, evidencia una preocupante colusión entre actores políticos y empresariales, donde las decisiones se toman en función de intereses económicos, desestimando las recomendaciones técnicas y poniendo en riesgo la seguridad de la ciudadanía.
Un país de pie, no bajo los escombros
Pero no todo está perdido. La historia también nos muestra que los pueblos pueden levantarse, que las estructuras podridas pueden ser derribadas, que la indiferencia puede transformarse en acción.
Los países que han logrado erradicar la corrupción no lo hicieron esperando milagros ni confiando en políticos con promesas recicladas. Lo hicieron cuando la ciudadanía decidió tomar las riendas, cuando la gente dejó de aceptar la impunidad como destino, cuando comprendieron que la corrupción no es una maldición inevitable, sino un sistema que puede desmontarse con vigilancia, con justicia, con unidad.
En Singapur, un país que en los años 60 estaba sumido en la corrupción, se optó por la tolerancia cero. Se encarceló a los corruptos sin importar su poder, se fiscalizó cada obra pública, se apostó por la transparencia total.
En Uruguay, la educación en valores cívicos y el control social han hecho que la corrupción sea la excepción, no la norma. En Chile, las reformas impulsadas tras escándalos políticos recientes han mejorado los sistemas de fiscalización. ¿Y el Perú? Seguimos esperando el milagro, seguimos poniendo nuestra fe en rostros distintos con prácticas idénticas.
Pero la solución no vendrá de los mismos que nos han hundido. No vendrá de un gobierno que cambia rostros, pero no prácticas. No vendrá de discursos vacíos ni de mesas de diálogo que solo buscan ganar tiempo. Vendrá de nosotros.
De la presión constante, de la exigencia inquebrantable, de la fiscalización ciudadana. Vendrá cuando entendamos que cada acto de corrupción, por pequeño que parezca, nos acerca a la próxima tragedia.
Vendrá cuando el miedo cambie de bando, cuando sean los corruptos los que teman, y no el pueblo el que tenga que caminar con la incertidumbre de si hoy será el día en que el techo se desplome sobre su cabeza.
Porque, así como la corrupción corroe desde lo más pequeño hasta la cabeza del poder, la solución también debe comenzar desde lo mínimo. Desde no pagar una coima, desde no justificar el robo «porque todos lo hacen«, desde ser honestos en lo que nos toca, en nuestro trabajo, en nuestra casa, en nuestras decisiones diarias.
La corrupción no es solo un monstruo en las alturas; es también una sombra en lo cotidiano, en las elecciones más simples que hacemos cada día.
Si queremos un país donde la vida no sea una moneda de cambio, debemos empezar desde lo más básico. Desde respetar una norma hasta exigir transparencia en cada nivel de gobierno. Desde dejar de normalizar el «roba pero hace obra» hasta entender que la corrupción no es un problema ajeno, sino un enemigo que se combate desde nuestra propia trinchera.
El Perú no merece vivir bajo los escombros. No merece ser un país donde la vida dependa de qué tan barato salió el cemento o de cuántos billetes pasaron bajo la mesa. Merecemos un país donde la justicia pese más que el dinero, donde los responsables caigan antes que los edificios, donde la indignación se transforme en una fuerza capaz de cambiar la historia.
La corrupción ha sido nuestra tragedia. Pero también puede ser el motivo de nuestro despertar. El techo ha caído. Es hora de levantar algo nuevo. Y esta vez, que sea con cimientos firmes, con principios inquebrantables, con un pueblo que sepa que la verdadera revolución no comienza en el Congreso ni en Palacio, sino en cada uno de nosotros.
Acerca de Rey Anthony Yacolca Gomez
Rey Anthony Yacolca Gomez, chalaco de nacimiento, ostenta estudios superiores de ciencias de la comunicación, durante su joven trayectoria ha alcanzando grandes logros a nivel nacional e internacional como ganar el festival internacional de la “Noche de los Cortos” en la categoría a “Mejor cortometraje universitario peruano“, al competir con las más prestigiosas universidades del país, también logró llevarse el premio a “Mejor dirección y guión“. Haciéndose merecedor a una beca para participar del taller de guión del cineasta argentino Ivan Tokman (Galardonado cineasta y ganador del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata). A su vez ganador del festival nacional “Cortos de vista” realizado en la ciudad de Chiclayo en su categoría “Mejor Guión“. Conferencista a nivel nacional y poeta, ha participado en innumerables certámenes de poesía representando al Perú y prologado varios libros de poemas entre los que se encuentran los libros del poeta limeño de ascendencia italiana Luciano Lértora, poeta que alcanzaría gran fama dentro de los grupos literarios Miraflorinos, debido a su extensa obra de gran calidad poética. En la actualidad se encuentra cursando estudios avanzados de psicología en la Universidad Privada del Norte, desempeñándose también como docente a nivel escolar y dando talleres de motivación, oratoria, poesía y teatro. Desde el 2017 también tiene el cargo de Director Multimedia & Redes Sociales en la prestigiosa Revista IT/USERS®.
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