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El país del silencio roto: homenaje a Jorge Acuña, mimo de la patria invisible

by Rey Yacolca Gomez
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Rey Yacolca, rinde homenaje al talentoso mimo peruano Jorge Acuña Paredes, fallecido recientemente. Rey nos describe el sentir silencioso de ese gran artista peruano que sentó las bases de un genuino arte teatral comprometido de corazón con el ciudadano de a pie

Lima, Perú, 1 de mayo de 2025.— En un país donde los gritos muchas veces son ignorados y los aplausos van solo hacia quienes ostentan el poder o la pantalla, Jorge Acuña escogió el silencio. Pero no un silencio de resignación, sino uno que gritaba desde cada gesto. Desde 1968, en la Plaza San Martín —esa herida abierta en el centro de Lima—, él tejía historias con el cuerpo, hacía que las sombras hablaran y que los peatones olvidaran, por un instante, el peso del pan y la furia del tráfico.

Jorge Acuña lo decía todo, en silencio

Jorge Acuña no usaba palabras porque en el Perú las palabras están secuestradas: por los notarios del poder, por los ministros sin memoria, por los medios que cambian de dueño como un mal circo. Él entendió que el gesto puro, la mirada detenida y el temblor del cuerpo podían decir más que cualquier discurso presidencial. Y desde ese silencio, nos habló de todo: del hambre, del amor, de la dignidad arrastrada por la represión, de los niños que aprenden a reír sin tener zapatos.

Fue un exiliado dentro de su propio país. Porque en cada esquina donde actuaba había una pequeña trinchera contra el olvido. Los turistas lo miraban como quien contempla una rareza; los peruanos lo reconocían como quien ve en otro la lucha diaria por no romperse. Porque Jorge Acuña no actuaba: vivía su arte como un acto de resistencia.

Fue un mimo, sí, pero también un artista completo. Un testigo del derrumbe. Un sembrador de ternura en la tierra árida del desgobierno. Mientras los presidentes prometían desde balcones flanqueados por inalcanzables barandas, él solo abría los brazos frente al pueblo, sin más escudo que su vestuario de mimo, sin más poder que la emoción. En sus actos mudos había más política que en cualquier insustancial debate del Congreso.

Y claro, no fue reconocido como debía. Porque en este país sus gobernantes han perfeccionado el arte de escupir a sus artistas vivos y llorarlos cuando ya no pueden responder. Jorge Acuña murió en Estocolmo, tan lejos del lugar donde nació, en Loreto en 1931, tan lejos de las manos humildes que alguna vez le alcanzaron una moneda conmovidos.

Murió lejos, como mueren los que han dado todo aquí y aun así no les alcanza para envejecer con dignidad en su propia tierra. En un país que mantiene sueldos congresales y pensiones presidenciales para gobernantes que no han hecho absolutamente nada por fomentar la cultura, pero que es totalmente ajeno a los verdaderos héroes del arte si ellos, claro está, no tienen vínculos cercanos con el poder o no son complacientes bufones siempre útiles para mantener el estatus quo.

El Perú está lleno de estatuas de próceres con espada, pero sigue sin levantar un monumento al gesto humano, a la poesía encarnada, al cuerpo que denuncia sin hablar. Jorge Acuña merecía una escuela de arte con su nombre, una plaza entera en su honor, no una mención tardía en redes ni una nota de dos párrafos entre escándalos políticos y congresales que nos avergüenzan en todo el mundo.

Lo que él hizo fue construir una patria paralela, una donde la expresión era libre, donde el cuerpo no se reprimía, donde el público podía llorar sin ser débil, reír sin ser frívolo. Jorge Acuña fue un maestro sin aula, un dramaturgo sin libretos, un activista sin pancarta. En él convivían el arte y la insurrección, la poesía y la crítica.

¿Dónde estaban las cámaras cuando hablaba con las manos a las madres de La Parada? ¿Dónde están ahora los rechonchos «ministros de cultura» que lo ignoraron mientras premiaban a sus amigos con fondos y con fotos? El mimo no necesitó cámara: cada transeúnte que lo vio es ahora una semilla.

Acuña encarnó el Perú invisible. El que no figura en cifras del INEI ni en los planes del Ministerio de Economía y Finanzas. El Perú que sangra en los paraderos, que aguanta las balas en las marchas, que sigue aplaudiendo a los artistas callejeros porque sabe que ese arte, a diferencia de la complicidad oficialista, no miente.

En tiempos de gobiernos de plástico, de presidentes que solo abren la boca para justificar su cobardía y sus robos, la obra de Jorge Acuña se vuelve más necesaria. Porque él nos enseñó que la voz no siempre está en la garganta. Que a veces la voz es una rodilla que se dobla, un suspiro sin aire, una lágrima contenida que desborda sin ruido.

Que nos quede claro: Jorge Acuña no se ha ido. Camina todavía por las plazas donde no hay cámaras. Habla todavía a los niños que aún no tienen libros. Inspira todavía a los cuerpos que se atreven a expresar lo que el sistema quiere callar. Y su legado no se archiva, no se convierte en postal. Su legado es una cuerda que vibra, una mano que toca el pecho, una flor que se abre sin permiso del Estado Indolente.

Gracias, maestro del gesto.
Por decirlo todo cuando nadie te escuchaba.
Por hablarnos sin lastimarnos.
Por hacer patria con el cuerpo.
Por seguir aquí, en cada esquina donde un mimo joven —acaso tu alumno sin saberlo— se atreva a mirar al público con amor y con rabia.

En el Perú de los silencios impuestos, tú fuiste como un rugido, no por fiero, sino por humilde y hermoso.

Acerca de Rey Anthony Yacolca Gomez

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Rey Anthony Yacolca Gomez, chalaco de nacimiento, ostenta estudios superiores de ciencias de la comunicacióndurante su joven trayectoria ha alcanzando grandes logros a nivel nacional e internacional como ganar el festival internacional de la “Noche de los Cortos” en la categoría a “Mejor cortometraje universitario peruano“, al competir con las más prestigiosas universidades del país, también logró llevarse el premio a “Mejor dirección y guión“. Haciéndose merecedor a una beca para participar del taller de guión del cineasta argentino Ivan Tokman (Galardonado cineasta y ganador del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata). A su vez ganador del festival nacional “Cortos de vista” realizado en la ciudad de Chiclayo en su categoría “Mejor Guión“. Conferencista a nivel nacional y poeta, ha participado en innumerables certámenes de poesía representando al Perú y prologado varios libros de poemas entre los que se encuentran los libros del poeta limeño de ascendencia italiana Luciano Lértora, poeta que alcanzaría gran fama dentro de los grupos literarios Miraflorinos, debido a su extensa obra de gran calidad poética. En la actualidad se encuentra cursando estudios avanzados de psicología en la Universidad Privada del Norte, desempeñándose también como docente a nivel escolar y dando talleres de motivación, oratoria, poesía y teatro. Desde el 2017 también tiene el cargo de Director Multimedia & Redes Sociales en la prestigiosa Revista IT/USERS®.

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